El mundo está repleto de lugares maravillosos que visitar y de los que aprender. Viajar es la mejor forma de conocer otras culturas, abrir la mente, y nutrirse de inspiración para nuestro día a día. Así es como hemos descubierto Chaouen, una ciudad marroquí llena de encanto y personalidad.
Escondida en el valle del Rif, cerca de Tetuán, Chaouen es una pequeña ciudad con unos 35.000 habitantes rodeada de montañas. Su estética destaca en medio del paisaje con su peculiar apariencia. Las diversas tonalidades de azul que tiñen sus edificios se entremezclan de forma armónica creando un paisaje espectacular y envolvente. Más de uno ha quedado hipnotizado por su belleza.
Fueron las mujeres de la comunidad las que empezaron a pintar las fachadas de estas tonalidades azulonas, una tarea que debe repetirse anualmente con tal de mantenerse en buen estado. De hecho, arreglar y decorar las fachadas de las casas es todo un ritual en la ciudad que tiene lugar todos los años justo antes del Ramadán. Toneladas de pintura blanca y azul se hacen servir para vestir y engalanar estas pequeñas casas de fachadas encaladas. El motivo del color se desconoce, aunque hay quien defiende que se trata de una mera cuestión práctica, pues el azul ahuyenta a las moscas y mosquitos. Sea como fuere, el resultado sorprende y es todo un soplo de aire fresco.
Sus construcciones pueden recordar a las de los pueblos andaluces, con sus callejuelas y callejones, casas encaladas y callejones de empedrado desigual. Quizá debido a la proximidad geográfica y a los constantes movimientos migratorios. El caso es, que al pasear por esa pequeña ciudad es inevitable pensar en el azul mediterráneo, en el mar y su estilo costero. Para los amantes del estilo mediterráneo seguro que Chaouen es toda una inspiración, es fácil imaginar nuestra fachada pintada de azul combinada con los azulejos tradicionales de las series Aranda y Aranjuez, verdad?
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